Experiencia personal
Una mujer mexicana privilegiada pero con miedo
Soy una mujer mexicana orgullosa.
Tengo acceso a la educación. Puedo trabajar. Puedo elegir a quién amar. Puedo viajar. Puedo soñar.
Pero el privilegio en México es frágil, porque la seguridad no es un derecho, es un lujo. La libertad no está garantizada, es un riesgo. Y aunque en algunos aspectos tengo privilegios, sigo siendo una mujer en un país que nos ve como desechables.
He sido violada dos veces—por hombres que jamás pensé que me harían daño. Sé lo que es que mi cuerpo sea tomado sin permiso, que mi confianza sea traicionada, que mi voz sea silenciada. Sé lo que es buscar justicia en un sistema que nunca estuvo diseñado para protegerme. Sé lo que es ser traicionada no solo por los hombres, sino por las mismas instituciones que supuestamente deberían hacer valer la ley.
Fui a la policía en busca de ayuda y me encontré con indiferencia, burlas y algo peor—culpa. En México, el dolor de una mujer se minimiza, su trauma se usa en su contra. «¿Cómo ibas vestida?» «¿Por qué estabas sola?» «¿Seguro fue violación?» Preguntas que arrebatan la dignidad, que ponen el peso del crimen en la víctima y no en el agresor.
Vivo con miedo cada vez que salgo sola. Dudo antes de elegir qué ponerme, sabiendo que una simple decisión puede significar miradas incómodas, acoso o algo peor—convertirme en otra cifra más. Porque en mi país, vestirme como quiero es un acto de valentía, y salir sola es un acto de desafío.
Pero yo soy más que mi miedo. Soy más que mi trauma. Soy una luchadora. Soy una mujer que se niega a ser silenciada. No dejaré que mi dolor me defina, pero sí dejaré que me impulse. Lucho por mi derecho a existir con libertad. Lucho por mi derecho a estar segura. Y lucharé por cada mujer a la que le han dicho que se calle, que aguante, que acepte la injusticia como parte de su vida.
Porque soy mexicana, y las mujeres mexicanas no solo sobrevivimos—resistimos.
Esta historia es poderosa, y los datos que siguen demuestran que no está en absoluto sola…
La guerra silenciosa contra las mujeres en México
México es uno de los países más peligrosos del mundo para ser mujer. Cada día, 10 mujeres son asesinadas solo por ser mujeres. Y, sin embargo, la justicia es rara. La impunidad es la norma.
- Feminicidios: Las cifras son aterradoras. En 2023, 3,754 mujeres fueron asesinadas en México. Muchas desaparecieron y fueron encontradas en fosas comunes, terrenos baldíos o nunca fueron halladas. La mayoría de sus asesinos siguen libres.
- Corrupción e injusticia: Las mujeres que denuncian abuso o violación son ignoradas, ridiculizadas o revictimizadas. En muchos casos, la policía, los fiscales e incluso los jueces protegen a los agresores en lugar de a las víctimas.
- Violencia sexual: 1 de cada 3 mujeres mexicanas ha sufrido violencia sexual. La mayoría nunca lo denuncia—porque saben que nada pasará o, peor aún, que serán culpadas por su propia agresión.
- El miedo como estilo de vida: Las mujeres en México crecemos aprendiendo a tener miedo. Compartimos nuestra ubicación en tiempo real con nuestras amigas. Caminamos con las llaves entre los dedos como defensa. Pensamos dos veces antes de subirnos a un taxi, antes de salir solas, antes de confiar en un desconocido.
- Feminicidio y cultura machista: Cuando matan a una mujer, los medios y las autoridades buscan una razón para hacerla responsable de su propia muerte. «Estaba tomando», «Salió muy tarde», «Tenía novio». Como si existir fuera un crimen.
- Libertad limitada: En teoría, las mujeres mexicanas podemos estudiar, trabajar y perseguir nuestros sueños. En la práctica, lo hacemos con miedo, mirando por encima del hombro, sabiendo que un solo error, un solo momento de descuido, podría ser el último.
Pero a pesar de todo, no nos quedamos en silencio. Marchamos. Gritamos. Pintamos nuestro dolor en los muros de las ciudades que intentan borrarnos. Luchamos porque no tenemos otra opción.
El silencio no es una opción cuando la supervivencia no está garantizada.
Las mujeres mexicanas merecemos seguridad. Merecemos libertad. Merecemos vivir, no solo existir.
Y hasta que eso pase, seguiremos luchando. Porque somos valientes. Porque vivas nos queremos.