Experiencia personal
Me considero tanto privilegiada como fuerte: privilegiada por haber recibido el apoyo incondicionalde mi familia, y fuerte por haber tenido el valor de mantenerme firme en la defensa de mis derechosfundamentales. Pero soy profundamente consciente de que esta no es la realidad para muchasmujeres en mi país.
Es en solidaridad con esas mujeres las que han sufrido injusticias, cuyas voces han sidosilenciadas y cuyos derechos les han sido arrebatados por la sociedad y, dolorosamente, también por sus propias familias y esposos—que hoy alzo la voz.
Lo que más me duele es pensar en las niñas pequeñas e inocentes, agobiadas por preocupacionesque superan con creces su capacidad de comprensión.
Preguntas que ningún niño debería tener que hacerse:
- ¿Por qué no me dejan jugar afuera como a mis hermanos?
- ¿Por qué debo dejar de ir a la escuela ahora?
- ¿Por qué no puedo montar en bicicleta?
- ¿Por qué ya no puedo usar jeans?
- ¿Por qué de repente no me dejan jugar con mis primos varones?
Y sí esto sucede. Especialmente en las zonas rurales de Pakistán.
Estas restricciones, esta desigualdad, esta discriminación—comienzan dolorosamente temprano. Las niñas aprenden a servir mientras sus hermanos juegan. A guardar silencio mientras los niñoshablan libremente. A cargar con el peso del “honor” incluso antes de entender lo que esa palabrasignifica.
Y esta injusticia temprana a menudo conduce a realidades aún más devastadoras donde las niñasson obligadas a casarse poco después de la pubertad. Donde las familias dicen: “Larkiyan paraeihoti hain” (las mujeres no pertenecen a la casa de sus padres).
¿Pero por qué?
¿Quién hizo estas reglas?
¿Por qué debemos dejar atrás nuestras identidades, nuestros sueños e incluso nuestras decisiones para cumplir con roles que no elegimos?
Y dejemos algo claro: para muchas mujeres, el sufrimiento no termina con el matrimonio ahí es donde apenas comienza, y se profundiza. No entraré en detalles, pero compartiré algunos datosestadísticos que dan una idea de las duras realidades que persisten en mi sociedad.
Según la Encuesta Demográfica y de Salud de Pakistán 2017-2018, el 28% de las mujeres entre 15 y 49 años han sufrido violencia física, y el 6% han sufrido violencia sexual. El 34% de las mujeresalguna vez casadas han experimentado violencia física, sexual o emocional por parte de su esposo.
Según un estudio, el 35% de las mujeres creen que es justificable que el esposo golpee a su esposasi ella discute con él. Además, el 22% reportó que sus madres también sufrieron violenciaconyugal, lo cual refleja una enorme aceptación social del maltrato.
Según UNICEF, el 44% de la población de entre 5 y 16 años no asiste a la escuela. En la provincia de Baluchistán, el 78% de las niñas están fuera del sistema educativo.
Teniendo esto en cuenta, hago un llamado a todas las personas, especialmente a las mujeres, a brindar apoyo de cualquier forma posible a quienes se encuentran en situaciones másvulnerables. Ya sea a través de tiempo, recursos económicos o simplemente escuchando con compasión, cada acto de solidaridad cuenta.
Juntas, somos más fuertes.