Perú

En 2018, una tarde cualquiera, volvía de clases a casa. En el bus, sonaba una radio de noticias, aunque no estaba prestando atención, en un momento se escuchó: Tenemos información de último minuto, nos acaban de informar que Eyvi Agreda no sobrevivió, ha fallecido. La noticia conmocionó a todos en el bus. Levanté la cabeza y crucé miradas con una señora. Su expresión era de incredulidad; movía la cabeza en señal de negación, como si no pudiera creer la noticia. Pero, ¿quién era Eyvi? Te preguntaras. Eyvi Ágreda era una joven de 22 años de una la sierra del norte de Perú, que migró a la ciudad capital como muchos otros jóvenes para estudiar y a la vez trabajaba para ayudar a sus padres. Pero su vida fue arrebatada de la manera más brutal.

 Un día, después del trabajo, cuando Eyvi iba de regreso a casa, Carlos Hualpa, su acosador, la siguió sin que ella lo notara. Él era un ex compañero de trabajo que llevaba acosando a Eyvi durante meses porque quería tener una relación sentimental con ella y aunque ella lo rechazara varias veces, eso no lo detuvo. Aquel día, Carlos subió al mismo bus que Eyvi, caminó hasta donde estaba sentada y, sin dudarlo, le roció combustible y le prendió fuego mientras decía: “Si no eres mía, no eres de nadie”. Eyvi sobrevivió al ataque, pero con quemaduras en más del 60 % de su cuerpo. Luchó por su vida durante 5 semanas en el hospital,  pero su cuerpo no resistió. Carlos declaró que no tenía intención de matarla, solo buscaba “desfigurarla”, que “aprendiera una lección”. Su muerte fue una tragedia enorme que estremeció al país. Causó una profunda indignación y generó grandes movilizaciones para exigir justicia, para que un crimen tan brutal no volviera a repetirse jamás. Sin embargo, la realidad fue otra. En marzo de 2023, la historia se repitió. Esta vez, era Katherine Gómez, de tan solo 18 años, llena de vida y sueños. Aunque cueste creerlo Katherine también fue rociada con gasolina y quemada viva en pleno centro de Lima, por su ex novio, quien no aceptó su decisión de terminar la relación. El ataque fue en una plaza, a plena luz del día, frente a testigos que no pudieron hacer nada. Katherine agonizó durante días en el hospital, pero no logró sobrevivir.  Y más recientemente, mientras escribo estas palabras, leo la noticia, ocurrida hace pocos días, sobre Carmen Moreno, una mujer de 34 años que fue asesinada por su esposo de la misma forma: la roció con gasolina y la quemó viva dentro de su vivienda. Pero estas son solo un par de historias entre miles. Porque en Perú, escuchar noticias como: “Mujer fue acuchillada por su expareja”, “Adolescente desaparecida es encontrada sin vida y con signos de violencia”, “Una madre fue asesinada por su esposo”,se ha vuelto casi cotidiano. Sin embargo, por más frecuentes que sean, nunca dejan de doler. Nunca te acostumbras.  Ser peruana es un orgullo para mí. Amo nuestra cultura, nuestra diversidad, nuestra gente. Pero también es necesario reconocer que nuestro país arrastra un problema profundo: un machismo enfermizo que normaliza la violencia y el acoso, y que aún discrimina y subordina a las mujeres.

Vivimos en una sociedad que pone en duda a las víctimas, donde la justicia llega tarde, si es que llega, y donde las mujeres continúan siendo asesinadas de formas crueles. Cada nuevo feminicidio nos recuerda que no basta con sentir indignación por un momento. Necesitamos transformar el sistema que aún permite que miles de mujeres vivan con miedo, y muchas otras mueran. Porque las mujeres no deberían tener miedo a caminar solas, decir no y simplemente existir. Para que Eyvi, Katherine, Carmen y miles de mujeres y niñas no queden en el olvido. Sus historias deben seguir moviéndonos, hasta que todas podamos vivir libres.

Esta historia es poderosa, y los datos que siguen demuestran que no está en absoluto sola…

  • Feminicidios en aumento: se registraron más de 130 feminicidios. Muchos más casos no se denuncian, e innumerables mujeres desaparecen sin respuestas. Niñas de tan solo 10 años se encuentran entre las víctimas. Por cada feminicidio, hay múltiples intentos previos de denuncia o señales de violencia que no fueron atendidas a tiempo. La revictimización y la impunidad siguen siendo barreras graves para el acceso a la justicia. 
  • Desapariciones: En promedio, 5 mujeres desaparecen cada día en el país. Muchas de estas desapariciones terminan en hallazgos sin vida o en contextos de trata de personas.
  • Brechas en acceso a oportunidades: Las mujeres peruanas ganan aproximadamente un 30 % menos que los hombres por el mismo trabajo. Además, 7 de cada 10 mujeres se ven empujadas al sector laboral informal, sin acceso a derechos laborales ni seguridad social. La representación femenina en espacios de toma de decisiones sigue siendo baja: menos del 30 % en el Congreso y menos del 10 % en gerencias empresariales.

Desigualdad en educación: En zonas rurales, andinas y amazónicas, las niñas enfrentan mayores tasas de abandono escolar debido a embarazos adolescentes, matrimonio temprano y labores domésticas.