Polonia

Me llamo Maya, tengo 27 años. Hace un año supe que mi bebé tenía una malformación grave y que traerlo al mundo significaría condenarlo a una vida de sufrimiento, además de poner en riesgo mi propia salud durante el embarazo. No fue fácil tomar una decisión definitiva; de hecho, solo me convencí de que interrumpir el embarazo era lo correcto cuando llegué al tercer mes, después de semanas de angustia y de un embarazo complicado que me atormentaba con dolores constantes. Un día, con fiebre, fui al hospital y expliqué que ya no podía soportar más aquella situación, que quería interrumpir el embarazo porque se había vuelto insostenible y temía por mi vida. Lamentablemente, ningún médico me escuchó; consideraban que no había motivos suficientes para proceder, a pesar de que mi estado empeoraba. Un médico, en particular, me dijo que no pondría fin a la vida del feto mientras su corazón siguiera latiendo. Ese mismo día escribí a mi madre, preocupada, sabiendo que tal vez ese sería mi último mensaje, aunque en el fondo quería creer que me equivocaba. Por desgracia, no fue así. Morí de septicemia en ese mismo hospital que debería haberme salvado la vida y que, en cambio, sacrificó dos, en nombre de ideales impuestos de forma egoísta.

Esta historia es poderosa, y los datos que siguen demuestran que no está en absoluto sola…

Polonia es uno de los países con las leyes de aborto más restrictivas de Europa. La Ley sobre Planificación Familiar, Protección del Feto Humano y Condiciones para la Interrupción del Embarazo, aprobada por el Parlamento polaco el 7 de enero de 1993, establecía que el aborto solo era legal en caso de violación, malformación fetal o peligro para la vida de la mujer. Sin embargo, el 27 de enero de 2021, el Tribunal Constitucional polaco declaró inconstitucional la interrupción del embarazo en caso de malformación fetal, reduciendo a solo dos los supuestos en los que el aborto es legal. Debido a estas severas restricciones, muchas mujeres que no desean continuar con su embarazo y que requieren una interrupción quirúrgica se ven obligadas a viajar al extranjero. Actualmente, el aborto farmacológico se realiza en AboTak, el primer centro abortivo de Polonia, inaugurado el pasado 8 de marzo en el centro de Varsovia por la ONG Aborcyjny Dream Team. El objetivo de la clínica es reducir los abortos clandestinos, teniendo en cuenta que, desde la entrada en vigor de la normativa restrictiva, el número de abortos legales ha disminuido en torno a un 50%. Las activistas del centro acompañan a las mujeres durante todo el proceso, garantizando que la interrupción se realice de manera segura, y ofrecen también apoyo emocional y ayuda en los trámites burocráticos en caso de aborto quirúrgico. Como era de esperar, no faltaron las protestas de los sectores más conservadores: el mismo día de la inauguración, una mujer que intentaba acceder a la clínica fue atacada con pintura roja. Además, quienes desde octubre de 2020 se manifiestan contra las restricciones al aborto son a menudo víctimas de agresiones violentas por parte de las autoridades. La única esperanza para un cambio real en esta situación parece residir en una posible victoria del progresista Rafał Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia y candidato de la Coalición Cívica en las elecciones presidenciales de mayo. Sin embargo, incluso en ese escenario, el problema no se resolvería fácilmente, ya que en el Parlamento polaco no existe una mayoría clara y organizada a favor de la liberalización del aborto, lo que hace muy probable que las restricciones sigan vigentes.